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21 de octubre de 2017

Catalunya como oportunidad (para el resto del estado)


Gavroche
A las barricadas




No me gusta que a los toros te lleves la minifalda...
Manolo Escobar
@BlackSpartak
Con la demagógica frase de apertura resumo la actitud de bastante gente de la izquierda española que acusa a Catalunya de haber resucitado el franquismo zombi por apoyar la independencia. El símil viene por la aparición de un espíritu patriótico unitario en toda España que en no pocos casos tiene un corte fascista o al menos franquista. Acusar a Catalunya viene a ser un recurso facilón: «con lo bien que estábamos con un fascismo marginal, ahora por vuestra culpa tendremos un fascismo fuerte como opción política como en Alemania o Austria».
Desde Catalunya, amenazada con la suspensión de la autonomía, viendo como arrecian los ataques a la escuela pública catalana a la que acusan de crear independentistas y adoctrinar el alumnado en el separatismo y viendo la probable purga «a la turca» que tendrá lugar aquí en unos meses de aplicarse el artículo 155, ese argumento nos da la risa floja. «¿Qué más ejemplo de fascismo queréis?» Me viene a la cabeza. Aunque es cierto que lo descrito antes más que fascismo es un autoritarismo de estado. El fascismo vendría con las masas coreando la represión.
Viendo la que se nos viene encima, en Catalunya el ambiente en los sectores pro-independencia o pro-Referéndum es de «¿cómo no nos hemos ido antes de este país?» o de «¿qué más tiene que pasar para que el Govern proclame la independencia unilateral de una puñetera vez?». El último caso de detención de los dos líderes del movimiento independentista (el transversal) del lunes ha logrado reactivar los ánimos que estaban algo apagados gracias a la calculada ambigüedad de Puigdemont, capaz de escribir discursos que puedan ser interpretados de una forma y de su contraria a la vez.
Ahora bien, el repunte autoritario es para toda España, que no quede duda de que un gobierno liberticida y corrupto como el de Rajoy no está solo en esto y que cuenta con el firme apoyo del PSOE y de los grandes medios de comunicación y de las instituciones clave del estado: Tribunal Constitucional, Supremo, Audiencia Nacional, Fiscalía, cuerpos policiales y ejército. Y por supuesto la Monarquía. Ante esto sólo se alza Catalunya, quizás Euskadi, y unas cuantas decenas de miles de personas valientes que han salido a la calle en todas las ciudades para solidarizarse con su proceso de autodeterminación y protestar por la represión.
La mejor defensa es un buen ataque, que se dice. Es necesario pasar de actitudes defensivas (la protesta contra la represión) a una actitud de ofensiva. No se entiende qué están haciendo las organizaciones de las Marchas de la Dignidad o de los llamados frentes sociales que no están convocando a tomar la calle. Pero no para protestar por la represión si no para exigir la República y el fin del antiguo régimen (el de 1978, con su inequívoco origen en 1939).
Las repúblicas españolas suelen comenzar por Catalunya, que proclama la suya primero. Esto que debería ser de primero de estrategia republicana, parece que el movimiento republicano es incapaz de capitalizarlo. Y los movimientos de intención revolucionaria los consideran como un paso atrás porque queremos algo superior. La experiencia histórica nos dice que sin rupturas no hay cambio posible. La vía social está atascada sin posibilidades de convocar grandes huelgas (¿no hay motivos para convocar una en Galicia por los incendios?). La vía electoral de Podemos, lo mismo, incapaz de provocar la mínima fisura al régimen cayendo una y otra vez en la trampa de estériles guerras culturales que lo ponen a la defensiva (titiriteros, Venezuela, ETA, okupas...) y que lo derrotan a la primera de cambio por flojeras.
Aquella República del 31 fue provocada por un gran movimiento republicano y socialista con el apoyo de la CNT. Aquella República fue proclamada también en Catalunya de forma unilateral, a su manera. Y en Galicia también se proclamó la República gallega por unas horas. Fue el símbolo de la caída de la dictadura y de la Monarquía. Pero fue el primer capítulo de la efervescencia popular que produjo una gran politización del país y con el tiempo también su radicalización política.
Hoy por hoy, sea bajo la suspensión de la autonomía o bajo un régimen continuista del autonomismo catalán, existen para bien o para mal 2,5 millones de desafectas. Necesitamos que el resto de la España roja esté a la altura y sepa leer los acontecimientos.
Cierto que hoy no hay ningún movimiento republicano y que la socialdemocracia está a por uvas. Pero la activación de los frentes de organizaciones sociales en este aspecto sería un paso hacia su creación. Porque, ¿qué haréis cuando el viernes o el sábado de esta misma semana se suspenda la autonomía? Bien, igual no sucede. Pero, ¿hay alguien en la izquierda española que esté estudiando los escenarios posibles?
Porque mi sensación es que nos quedamos paralizados alegremente leyendo artículos ideológicos donde se condena la acción de esos revolucionarios de Catalunya como títeres de la burguesía (con montones de compas libertarias ahí) que hoy están apoyando activamente el movimiento por la independencia entendiéndolo desde una oportunidad de ruptura a una simple forma de no perder el contacto con una población en proceso de politización que se reúne en asamblea en los CDRs a la que nunca se había llegado antes.
Fuente: http://alasbarricadas.org/noticias/node/39082

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